sábado, 6 de octubre de 2012
Llueve.
Gracias a dios,
llueve
exponencialmente.
Llueve
sin sentido común,
llueve
como tornillos desenroscados.
Aves de otro mundo cruzan el cielo
largamente
(qué inverosímiles son siempre los cielos)
y convierten la autopista en una gran serpiente
onírica.
Llueve
como un anciano
indeciso
que hace balance
encerrado en el cuarto de baño
de una casa
esquinada de recuerdos.
Llueve a pecho descubierto.
Llueve
como si dios nos amara
y odiara
a partes iguales.
Y gracias a
esta lluvia
consigo que esta muerte
parezca la vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El olor del bosque ha roto mi computadora
3 comentarios:
Bueno, menuda sorpresa!
Me encanta la idea del blog, así puedo seguirte un poquito más de cerca.
Saludos desde el sur ;)
Sí, era una asignatura que tenía pendiente. Es una buena plataforma para dar a conocer escritos propios y ajenos de manera más cercana y persuasiva.
Me alegra que te guste.
un saludo!
Paco, una cosita: en el archivo del blog no se leen los títulos de las entradas, al menos yo veo los códigos htlm o cómo se llamen. No sé si será problema de tu configuración o de la mía...
;)
Publicar un comentario